martes, 21 de noviembre de 2006
La fábrica de las ilusiones (ICAB)
Quizá lo que vaya a comentar a continuación les suene familiar a todos aquellos que han tenido la suerte de ir a Filipinas a recoger a sus hijos. Para nosotros, era una experiencia nueva y emocionante y por qué no decirlo, en cierta forma frustrante precisamente porque íbamos únicamente de visita.
El ICAB está situado en una zona marginal de Manila, una zona residencial, ni de las peores, ni por supuesto de las mejores de la ciudad. Una zona como tantas otras donde la pobreza no sólo te entra por los ojos, también por el olfato, el tacto y el gusto. Una pobreza a la que los occidentales no estamos habituados. Sin embargo y curiosamente, como en tantos países subdesarrollados, se intuye la felicidad aun en las peores condiciones de subsistencia.
Como casi todos los occidentales que visitamos Manila, nos alojamos en una zona bien distinta. Una isla de riqueza, una cárcel de prosperidad que no tiene nada que ver con la Manila real de doce millones de habitantes. En esa isla ya era Navidad. Las casas de tipo americano rivalizan en ver quien muestra los mejores adornos, la mejor decoración navideña. Las calles están limpias de polvo, gente y circulación y todo parece indicar que nos encontramos en una ciudad del Hemisferio Norte.
Tardamos en encontrar el ICAB, nuestro chofer, porque en Manila no se camina, se va en coche a todos lados, tardó cerca de una hora en llegar. Servicial, educado, profesional, alegre y correcto como la totalidad de los filipinos con los que hemos tenido relación en estos días, se bajó del coche una y mil veces a preguntar por la dirección, a pesar de llevar mapa, dentro de la jungla de calles que se cruzan constantemente a nuestro paso.
El ICAB está situado en una zona marginal de Manila, una zona residencial, ni de las peores, ni por supuesto de las mejores de la ciudad. Una zona como tantas otras donde la pobreza no sólo te entra por los ojos, también por el olfato, el tacto y el gusto. Una pobreza a la que los occidentales no estamos habituados. Sin embargo y curiosamente, como en tantos países subdesarrollados, se intuye la felicidad aun en las peores condiciones de subsistencia.
Como casi todos los occidentales que visitamos Manila, nos alojamos en una zona bien distinta. Una isla de riqueza, una cárcel de prosperidad que no tiene nada que ver con la Manila real de doce millones de habitantes. En esa isla ya era Navidad. Las casas de tipo americano rivalizan en ver quien muestra los mejores adornos, la mejor decoración navideña. Las calles están limpias de polvo, gente y circulación y todo parece indicar que nos encontramos en una ciudad del Hemisferio Norte.
Tardamos en encontrar el ICAB, nuestro chofer, porque en Manila no se camina, se va en coche a todos lados, tardó cerca de una hora en llegar. Servicial, educado, profesional, alegre y correcto como la totalidad de los filipinos con los que hemos tenido relación en estos días, se bajó del coche una y mil veces a preguntar por la dirección, a pesar de llevar mapa, dentro de la jungla de calles que se cruzan constantemente a nuestro paso.
Por fin llegamos. Delante de nosotros estaba el tan anhelado ICAB. Sueño y pesadilla de muchas de nuestras noches, pero sobre todo esperanza de ver cumplidos nuestros sueños. El aspecto externo es bien diferente a nuestros "Ministerios". Un pequeño edificio rectangular, de dos plantas, de aspecto algo caótico, envejecido por el paso de los años, rodeado y comido por la vegetación y más con aspecto de "chalet" que de edificio oficial.
No recuerdo ninguna indicación exterior que hable de su funcionalidad, sólo un pequeño cartel oxidado, en unas de las esquinas del recinto del edificio, nos hizo sospechar que habíamos llegado a nuestro destino. Teníamos cita a la una del mediodía del nueve de noviembre y a pesar de salir con suficiente tiempo llegábamos tarde. Era la una y cuarto y estaba nervioso por llegar tarde. Atravesamos rápidamente el patio de entrada, cubierto en parte con un largo corredor cerrado que debe de ayudar mucho en época de lluvias. Dicho corredor estaba decorado en su parte más alta por muchas lámparas de tela multicolor que daban un toque de alegría a la fría entrada del ICAB.
Se nota que los propios miembros del ICAB no están demasiado contentos con su edificio, y por eso tratan de infundir calor, alegría y humanidad en cada uno de los sitios donde estuvimos. Son pequeños detalles, una lámpara, una foto, unas conchas, un libro, pero nos hablan del cariño que ponen en todo lo que hacen en esa fábrica de ilusiones. Tienen pocos medios, se nota, pero es tanta la pasión y la entrega que ponen en su trabajo, que se nota hasta en los pequeños detalles.
Se nota que los propios miembros del ICAB no están demasiado contentos con su edificio, y por eso tratan de infundir calor, alegría y humanidad en cada uno de los sitios donde estuvimos. Son pequeños detalles, una lámpara, una foto, unas conchas, un libro, pero nos hablan del cariño que ponen en todo lo que hacen en esa fábrica de ilusiones. Tienen pocos medios, se nota, pero es tanta la pasión y la entrega que ponen en su trabajo, que se nota hasta en los pequeños detalles.
A la derecha del pasillo cubierto, pasamos por un jardín que pude imaginar perfectamente que sería rincón de juegos de nuestros niños, primer momento de emoción, lugar de pasos perdidos y alegrías de padres una vez conseguido el objetivo. Si esas sillas de hierro hablaran, nos contarían mil historias, comunes a todos los padres adoptantes ,y que a veces no son comprendidas por el resto de personas, que nos hablan de frustraciones, miedos, alegrías y sobre todo largas esperas.
Tras el pasillo nos esperaba un guardia jurado. Camisa blanca impoluta, lleno de galones y adornos, como les gusta poner las cosas a los filipinos, y a la vez amable y simpático como ya comenté anteriormente. Mientras Isabel rellenaba los papeles para acceder al recinto, me dediqué a mirar más allá.
Un pequeño pasillo cubierto de madera, y en una de sus paredes otro de esos detalles de cariño que nos daba la bienvenida al ICAB. Pegado a él, un cuadro con algunos de los actores principales del ICAB y que estoy seguro que ampliaréis para ver en detalle las caras y cargos de nuestros "padrinos" filipinos. Encima de todos ellos, la tantas veces citada Gina Escalante.
Un pequeño pasillo cubierto de madera, y en una de sus paredes otro de esos detalles de cariño que nos daba la bienvenida al ICAB. Pegado a él, un cuadro con algunos de los actores principales del ICAB y que estoy seguro que ampliaréis para ver en detalle las caras y cargos de nuestros "padrinos" filipinos. Encima de todos ellos, la tantas veces citada Gina Escalante.
Detrás del pasillo se veía un patio blanco, algo desordenado y al fondo, una habitación vacía con juguetes infantiles... ¿dónde están los niños?. Una vez acabados los papeles, el guardia nos hizo que le siguiéramos. Un pequeño tramo de escaleras y tras abrir una puerta nos encontramos con ls oficinas del ICAB.
No se porqué, pero me lo imaginaba más grande. Suele pasar, cuando el único referente que tenemos, son algunas fotos que simplemente dejan volar la imaginación e idealizan los lugares.
Nada más entrar, la sala de espera. Los muebles de madera y justo enfrente los dichosos archivadores. Sino sabes lo que contienen, apenas te fijas en ellos, pero cuando sabes que tu expediente, tu suerte y tu destino, está en alguno de ellos, la cosa cambia mucho. Como la espera parecía que iba para largo, me dediqué a buscarlo. Estados Unidos, Candá, Australia y por fin Europa. Como bien sabemos, Europa lleva muy poco tiempo adoptando en Filipinas y por tanto sólo le corresponde un archivador. Un único archivador para los hasta ahora, escasos espedientes que llegan del "viejo continente", y de los cuales se encarga la también tantas veces citada, "Joralyn".
El tiempo pasaba lentamente, tan lentamente que incluso nos pusieron una película, en un vídeo, para matar el rato. Yo ni la miré. Trataba de recordar cada detalle de aquel lugar tan desconocido y a la vez cercano para mí. Como dije anteriormente en cada rincón se adivinaba el cariño con el que hacen las cosas. Con modestia, pero con calor humano.
Un viejo tronco sostenía felicitaciones de muchos padres y organismos de todo el mundo... ¿cuándo estará la nuestra?... Entre ellas pude leer alguna vuestra. Trozos de historia entregados con amor y que ellos agradecen enormemente. En una estantería, había un libro de visitas con los comentarios de muchos padres. También leí algunos de vuestros pensamientos. Emociones salidas del corazón y agradecimiento, mucho agradecimiento. Por todos lados fotos de niños, risueños, alegres y felices, fiel reflejo de este jóven país. Libros, banderas y un sinnúmero de objetos venidos de todas las partes del mundo, conforman la decoración de esta isla de sentimientos.
Poco a poco comencé a relajarme. Fue entonces cuando me fijé en la gente que deambulaba por ahí. Eran casi todas mujeres uniformadas, que iban de un sitio a otro con rapidez. De vez en cuando abrían alguno de esos dichosos archivadores (nunca el de Europa), cogían algún expediente y volvían a su sitios. Una labor ordenada y silenciosa que no hace sino ennoblecer aún más su trabajo. Consultas, comentarios y sonrisas por todos lados. Ordenadores, vi bastantes, pero como bien sabemos, una única línea de Internet que muchas veces es un cuello de botella para nuestras consultas.
Despues de esperar hora y media, nos hacen subir unas escaleras y nos pasan a una sala de reuniones. Allí estaba el abogado del ICAB, Eric Mallonga y dos miembros más del ICAB de los cuales hemos olvidado los nombres. Eric, que llevó la voz cantante de toda la reunión, como máximo representante del ICAB en aquel momento, es una persona encantadora, sonriente, bromista pero a la vez seria, estricta y responsable en sus comentarios. Nos reconoció al instante, ya que fue una de los miembros del ICAB que visitó hace unos meses España y que tuvimos la suerte de conocer.
En primer lugar, nos pidió disculpas por la espera, nos comentó que la mitad de la plantilla estaba de baja o en el extranjero. Ese día tenían que hacer "matching", de niños con sus futuros padres adoptivos, y estaban esperando hasta el último minuto, para ver si venía algún miembro más del comité para comenzar la reunión. Desafortunadamente no aparecieron más y al no haber "quorum", esta semana no habría asignación de niños. Tendrían que esperar a la semana siguiente. Me sorprendió dicha noticia, porque si hubieran estado los miembros que faltaban, nos dijeron que nos podríamos habernos quedado al "matching". Una pena, o quizá mejor, no se. Estar en el papel de futuro padre y ver como la suerte de un niño cambia de país y de padres en apenas unos minutos, como se discute la conveniencia de tal o cual familia, puede ser algo difícil de asimilar para una persona como yo que no sabe estar callado.
Nada más entrar, la sala de espera. Los muebles de madera y justo enfrente los dichosos archivadores. Sino sabes lo que contienen, apenas te fijas en ellos, pero cuando sabes que tu expediente, tu suerte y tu destino, está en alguno de ellos, la cosa cambia mucho. Como la espera parecía que iba para largo, me dediqué a buscarlo. Estados Unidos, Candá, Australia y por fin Europa. Como bien sabemos, Europa lleva muy poco tiempo adoptando en Filipinas y por tanto sólo le corresponde un archivador. Un único archivador para los hasta ahora, escasos espedientes que llegan del "viejo continente", y de los cuales se encarga la también tantas veces citada, "Joralyn".
El tiempo pasaba lentamente, tan lentamente que incluso nos pusieron una película, en un vídeo, para matar el rato. Yo ni la miré. Trataba de recordar cada detalle de aquel lugar tan desconocido y a la vez cercano para mí. Como dije anteriormente en cada rincón se adivinaba el cariño con el que hacen las cosas. Con modestia, pero con calor humano.
Un viejo tronco sostenía felicitaciones de muchos padres y organismos de todo el mundo... ¿cuándo estará la nuestra?... Entre ellas pude leer alguna vuestra. Trozos de historia entregados con amor y que ellos agradecen enormemente. En una estantería, había un libro de visitas con los comentarios de muchos padres. También leí algunos de vuestros pensamientos. Emociones salidas del corazón y agradecimiento, mucho agradecimiento. Por todos lados fotos de niños, risueños, alegres y felices, fiel reflejo de este jóven país. Libros, banderas y un sinnúmero de objetos venidos de todas las partes del mundo, conforman la decoración de esta isla de sentimientos.
Poco a poco comencé a relajarme. Fue entonces cuando me fijé en la gente que deambulaba por ahí. Eran casi todas mujeres uniformadas, que iban de un sitio a otro con rapidez. De vez en cuando abrían alguno de esos dichosos archivadores (nunca el de Europa), cogían algún expediente y volvían a su sitios. Una labor ordenada y silenciosa que no hace sino ennoblecer aún más su trabajo. Consultas, comentarios y sonrisas por todos lados. Ordenadores, vi bastantes, pero como bien sabemos, una única línea de Internet que muchas veces es un cuello de botella para nuestras consultas.
Despues de esperar hora y media, nos hacen subir unas escaleras y nos pasan a una sala de reuniones. Allí estaba el abogado del ICAB, Eric Mallonga y dos miembros más del ICAB de los cuales hemos olvidado los nombres. Eric, que llevó la voz cantante de toda la reunión, como máximo representante del ICAB en aquel momento, es una persona encantadora, sonriente, bromista pero a la vez seria, estricta y responsable en sus comentarios. Nos reconoció al instante, ya que fue una de los miembros del ICAB que visitó hace unos meses España y que tuvimos la suerte de conocer.
Eric Mallonga, dos miembros del ICAB, dos representantes de una Agencia finesa y de espaldas Isabel, mi mujer
En primer lugar, nos pidió disculpas por la espera, nos comentó que la mitad de la plantilla estaba de baja o en el extranjero. Ese día tenían que hacer "matching", de niños con sus futuros padres adoptivos, y estaban esperando hasta el último minuto, para ver si venía algún miembro más del comité para comenzar la reunión. Desafortunadamente no aparecieron más y al no haber "quorum", esta semana no habría asignación de niños. Tendrían que esperar a la semana siguiente. Me sorprendió dicha noticia, porque si hubieran estado los miembros que faltaban, nos dijeron que nos podríamos habernos quedado al "matching". Una pena, o quizá mejor, no se. Estar en el papel de futuro padre y ver como la suerte de un niño cambia de país y de padres en apenas unos minutos, como se discute la conveniencia de tal o cual familia, puede ser algo difícil de asimilar para una persona como yo que no sabe estar callado.
Eric Mallonga y otro de los miembros del ICAB
Se trataron muchos temas, algunos de ellos propios únicamente de aprobación de Agencias y de legislación para las mismas, que interesaron sobre todo a las dos representantes de la Agencia finesa, que junto con nosotros estaban en la reunión. En lo que más nos afecta a nosotros, se puede avanzar lo siguiente:
1.- Están encantados con España. Después de la visita del ICAB a nuestro país se han dado cuenta de lo bien que tratamos a sus hijos. Esperemos que dicho comentario se traduzca en más expedientes aprobados y sobre todo, de forma más rápida.
2.- Tan sólo quedan dos familias por asignar del año 2004 y hacía un par de semanas que habían empezado con el año 2005.
3.- Antes del 15 de diciembre presentarían una nueva ley en el Congreso que tratará de acortar a 9 meses, el tiempo de espera de las familias adoptantes. El problema actual es que se produce un cuello de botella administrativo y judicial entre que un niño pasa de Adopción Local a Internacional. La Ley trataría de unificar esos dos tipos de Adopción en uno solo.
4.- Actualmente reciben entre 1000 y 1500 solicitudes de Adopción. De ellas una parte mínima es de Adopción local. Anualmente se tramitan entre 400 (mínimo) y 470 (máximo) expedientes. No se tramitan más por falta de medios. Hay niños para todos. Ellos son los primeros que quieren que las adopciones se produzcan rápido. Saben que si esos niños crecen en malas condiciones o entrando y saliendo de Instituciones, son delincuentes en potencia o con problemas de integración severos. En las cárceles, a los menores, se les junta con maltratadores, delincuentes... no hay cárceles específicas para menores de edad.
5.- De España reciben unos 15 expedientes anuales.
6.- Hay pocos niños de 0 a 2 años por la sencilla razón de que todas las familias exigen esos niños. De ahí que los tiempos se dilaten tanto. En niños mayores y/o con problemas se han dado caso de adopciones en 2 meses. Hay unos 100 niños con problemas en lista de espera para adoptar.
7.- El tiempo de espera para aceptar los expedientes y entrar en la lista de espera es actualmente de 1 mes sino existen problemas. Antes era hasta de 4 meses pero no tenía sentido.
8.- En Filipinas existen en total unos 50 orfanatos contando los privados. La causa principal de abandono de niños es la edad de las madres (de 14 a 16 años) y la fecundidad de las familias (es normal en familias con escasos recursos tener 12-14 hijos).
1.- Están encantados con España. Después de la visita del ICAB a nuestro país se han dado cuenta de lo bien que tratamos a sus hijos. Esperemos que dicho comentario se traduzca en más expedientes aprobados y sobre todo, de forma más rápida.
2.- Tan sólo quedan dos familias por asignar del año 2004 y hacía un par de semanas que habían empezado con el año 2005.
3.- Antes del 15 de diciembre presentarían una nueva ley en el Congreso que tratará de acortar a 9 meses, el tiempo de espera de las familias adoptantes. El problema actual es que se produce un cuello de botella administrativo y judicial entre que un niño pasa de Adopción Local a Internacional. La Ley trataría de unificar esos dos tipos de Adopción en uno solo.
4.- Actualmente reciben entre 1000 y 1500 solicitudes de Adopción. De ellas una parte mínima es de Adopción local. Anualmente se tramitan entre 400 (mínimo) y 470 (máximo) expedientes. No se tramitan más por falta de medios. Hay niños para todos. Ellos son los primeros que quieren que las adopciones se produzcan rápido. Saben que si esos niños crecen en malas condiciones o entrando y saliendo de Instituciones, son delincuentes en potencia o con problemas de integración severos. En las cárceles, a los menores, se les junta con maltratadores, delincuentes... no hay cárceles específicas para menores de edad.
5.- De España reciben unos 15 expedientes anuales.
6.- Hay pocos niños de 0 a 2 años por la sencilla razón de que todas las familias exigen esos niños. De ahí que los tiempos se dilaten tanto. En niños mayores y/o con problemas se han dado caso de adopciones en 2 meses. Hay unos 100 niños con problemas en lista de espera para adoptar.
7.- El tiempo de espera para aceptar los expedientes y entrar en la lista de espera es actualmente de 1 mes sino existen problemas. Antes era hasta de 4 meses pero no tenía sentido.
8.- En Filipinas existen en total unos 50 orfanatos contando los privados. La causa principal de abandono de niños es la edad de las madres (de 14 a 16 años) y la fecundidad de las familias (es normal en familias con escasos recursos tener 12-14 hijos).
Uno de los miembros del ICAB, asistente del ICAB, 2 representates de Agencia de Finlandia y el perfil de mi "nariz"
Y creo que poco más. Compartimos con ellos una comida que generosamente pagó el ICAB y recibimos enormes muestras de agradecimiento, simpatía y sobre todo una recomendación, paciencia. Hay niños para todos.
Nos despedimos, con pena, de muchos de los miembros del ICAB y salimos de allí con la esperanza y el deseo de volver pronto con una misión bien diferente.
Confío en que estos bancos y sillas, por los que muchos de vosotros habéis pasado, y que para nosotros aquel día nos parecían vacíos, tristes y solitarios, dentro de poco los ocupe un "pequeñín" que también llene nuestros corazones... y que vosotros lo veáis, por supuesto.
A la salida, el guardia de la entrada nos dijo, "vuelvan pronto, les necesitamos". Una frase que nunca olvidaré y que me demuestra una vez más el corazón tan grande que tiene este pueblo tan agradecido.
Nos despedimos, con pena, de muchos de los miembros del ICAB y salimos de allí con la esperanza y el deseo de volver pronto con una misión bien diferente.
Confío en que estos bancos y sillas, por los que muchos de vosotros habéis pasado, y que para nosotros aquel día nos parecían vacíos, tristes y solitarios, dentro de poco los ocupe un "pequeñín" que también llene nuestros corazones... y que vosotros lo veáis, por supuesto.
A la salida, el guardia de la entrada nos dijo, "vuelvan pronto, les necesitamos". Una frase que nunca olvidaré y que me demuestra una vez más el corazón tan grande que tiene este pueblo tan agradecido.
Etiquetas: Álbum de organismos, noticias, reuniones, testimonios