jueves, 2 de septiembre de 2010
Nunca se debe suavizar la historia de un niño adoptado
Alberto Rodríguez, Psicólogo y terapeuta familiar
Adoptar no es un camino de rosas. A las duras e interminables evaluaciones y trámites le sigue otra parte, de la que quizás se hable menos: la nueva vida de ese niño y de sus padres. De familias que comienzan a recorrer un camino vital no exento de obstáculos. «Las cosas más importantes de la vida suelen ser costosas», recuerda Alberto Rodríguez, director de acogimiento y adopción de Agin-tzari. Esta cooperativa de iniciativa social colabora con la Asociación de Familias Adoptivas de Gipuzkoa-Ume Alaia, que organiza charlas y jornadas formativas sobre la adopción. En una de éstas, celebrada ayer en San Sebastián, el psicólogo habló sobre las necesidades emocionales de los menores adoptados.
- ¿Cuáles son las principales creencias erróneas sobre la adopción que aún siguen socialmente asumidas?
- En los últimos años, y gracias a espacios de formación para familias adoptivas organizadas por asociaciones de familias e instituciones públicas, han ido desapareciendo algunas, si bien sigue habiendo creencias erróneas que dificultan que muchas familias comprendan lo que sus hijos adoptados pueden necesitar en algunos momentos. Se sigue pensando que el amor lo puede todo, que es igual la crianza de un niño o una niña adoptada que la de un hijo biológico, que cuanto más pequeño en edad es el menor que se adopta menos dificultades va a haber en el día a día, que los menores adoptados necesitan lo mismo que el resto de los niños y niñas, cuando la realidad es que tienen necesidades específicas más costosas que cubrir, y que la adopción resuelve todos los problemas con los que muchos niños y niñas llegan a su nuevo entorno familiar. Asimismo, una gran mayoría de las familias adoptivas entiende la importancia de hablar con sus hijos sobre su historia, si bien la mayoría considera que no hay que adelantarse a las preguntas de los menores y que si no preguntan realmente es porque no les preocupa nada. Todas ellas son creencias que dificultan entender que más que amor los menores adoptados necesitan sentir la incondicionalidad de sus familias, que sienten y viven cosas diferentes a otros niños y niñas de su edad, que a menudo incluso se sienten diferentes y discriminados por ser distintos y que la adopción ayuda a resolver problemas previos pero no lo repara todo.
- La duración del proceso de adopción y las pruebas a las que son sometidos los adoptantes pueden llegar a parecer excesivas e injustas. ¿Es realmente necesaria tanta burocracia cuando hablamos de niños que necesitan unos padres y personas que están deseando hacer feliz a un niño?
- Es una pregunta muy común desde el punto de vista de las familias que esperan una adopción, pero hay que partir de la idea de que para que pueda haber una adopción primero debe suceder que en otra parte del mundo haya habido una situación familiar compleja y un menor haya vivido un abandono por parte de su familia. Sólo comprender esto genera que las familias deban entender que no hay niños y niñas para todas las personas que esperan, y que en ningún caso la adopción trata de dar un niño o niña a una familia que espera, sino una familia a un niño o niña. El punto de vista no debe ser el derecho de las familias que esperan, sino el de los menores; incluso ponerse en este punto de vista supondría que muchas familias puedan pensar que quizá no sería una mala noticia que no se produzcan adopciones internacionales. sería tanto como pensar que se han encontrado soluciones en sus respectivos países.
- Pero el proceso es muy duro...
- El proceso de valoración puede ser considerado injusto si se compara con el hecho de que a los padres y madres que tienen hijos nadie les evalúa. Pero la adopción no es lo mismo, porque ya estos menores han vivido una separación familiar dolorosa, llevan una mochila de experiencias dolorosas que no todas las familias están en condiciones de poder comprenderlas, manejarlas y ofrecer la estabilidad que los menores necesitan. En nuestro entorno cada vez se dan más situaciones en las que familias adoptivas se encuentran con dificultades graves para mantener la convivencia con sus hijos adoptados y quizá entre otros factores debiéramos pensar que las pruebas que las familias deben pasar contienen la exigencia necesaria para ofrecer una familia protectora a un niño o una niña al que un segundo abandono, por las dificultades de la familia adoptiva, generaría daños casi irreparables.
Preparación
- ¿Suelen ir los padres suficientemente preparados a la adopción?
- Cada vez hay más familias que acuden a charlas de formación, entran en foros de internet. Es decir, hay muchas familias muy bien documentadas pero poco preparadas emocionalmente. El tiempo de espera hace que las familias estén más pendientes de cuándo les van a asignar al menor que de comprender o intentar prepararse para las dificultades que puedan surgir. Los niños y niñas adoptados no llegan como un libro en blanco donde uno va a aprender sobre la marcha. requiere más preparación. Cada vez hay más recursos de asociaciones de familias: en Gipuzkoa el recurso Adobide que Ume Alaia presta para la Diputación, o la información y espacios formativos que ofrece la Asociación Anichi, donde las familias pueden encontrar posibilidades para poder empezar a ponerse en la piel de sus futuros hijos. Una clave de éxito va a ser principalmente ésta: que las familias sean capaces de meterse en los zapatos de sus hijos, lo que por otro lado es muy complicado, porque pocas personas han vivido la experiencia de ser abandonado por su familia de origen.
- ¿Cómo vive un niño la adopción?
- Para la mayor parte de las personas adoptadas, la adopción ofrece la posibilidad de tener una familia para siempre. Esto es algo tranquilizador, que les va ayudar a mejorar en todas las áreas de su vida, pero esto sólo no es suficiente. Recientemente preguntábamos a un grupo de chicos y chicas adoptados ya mayores de 14 años cuántos de ellos querrían volver a ser adoptados. Ninguno quería. Es algo chocante para muchas familias pero comprensible desde su punto de vista. Muchos de ellos necesitan comprender los motivos que generaron su adopción, se sienten a menudo extraños porque no son capaces de manejar sus emociones, especialmente su enfado. Están enfadados con su historia porque no se ha portado del todo bien con ellos y este tipo de sentimientos, preguntas y malestares les hace sentirse distintos de los demás.
- ¿A partir de qué edad es un niño adoptado consciente de su pasado?
- Teniendo en cuenta que la mayoría de las adopciones proceden de países como China, Etiopía, Colombia, Rusia y Ucrania hay que decir que todos los niños y niñas son conscientes de que son diferentes de sus padres. Conforme se van haciendo más mayores, y especialmente a partir de 7 años, tienen más capacidad para hablar y comprender lo que se les explica y no será hasta la adolescencia cuando esta capacidad para comprender se una a la capacidad para sentir con más profundidad su historia. A pesar de esto, hay que tener cuidado con no pensar que el hecho de que hasta estas edades no puedan conectar o comprender genere que las familias puedan relajarse hasta entonces. A las personas adoptadas se les puede explicar todo desde que tienen 3 años, normalmente es cuestión de creatividad de los adultos.
- Muchos de los adoptados dejan atrás historias muy duras, en las que suele haber un abandono. ¿Cómo deben abordar los padres esa 'vida pasada'?
- Es algo de lo que se debe hablar. Hablar de ello no genera más dolor, sino que ayuda a los niños y niñas adoptadas a ser entendidas por sus familias. A veces para muchos niños y niñas ser capaz de llorar en compañía es muy reparador, sobre todo cuando lo que se lloran son aspectos tan claves como la vivencia de haber vivido un abandono. Que la historia sea dura no significa que no se deba explicar o que se deba edulcorar. Debe adaptarse la explicación a la edad de los menores, pero es importante que las familias sepan que un requisito fundamental para la adopción es que sean capaces de hablar siempre de una historia de la que realmente no cuentan apenas con información. No nos debemos inventar la historia y, sin embargo, con lo que se tiene el objetivo será enganchar emocionalmente con sus hijos.
- Entonces, ¿es conveniente recabar información del pasado de ese niño?
- Sin duda, hay que intentar recoger toda la información posible del entorno donde ha nacido, y también ayudan las fotos, vídeos, etc. Por ejemplo, muchos niños después de haber sido adoptados no son capaces de recordar cómo era la vida en los orfanatos si se les pregunta así de directo. Sin embargo, ver una foto les ayuda a conectar con vivencias que han podido tener.
- ¿Qué necesitan estos niños para crecer felices?
- Necesitan no tanto para ser felices, sino para que puedan mejorar. Necesitan lo mismo que los demás niños y niñas de su edad pero además necesitarán más cosas. Necesitan que sus familias les aporten estabilidad e incondicionalidad, se porten como se porten, mejorar su autoestima y confiar en que pueden hacer las cosas; necesitan entender lo que han vivido, elaborar su historia como adoptados y disponer de una historia lo más completa posible y coherente; necesitan que se les ayude a comprender que aunque son distintos eso no les hace peores sino todo lo contrario y que se les proteja de actitudes de discriminación que viven por ser adoptados o provenir de una raza o país diferente; necesitan que en el entorno escolar sus dificultades sean comprendidas y cuenten con apoyos específicos y, sobre todo, que se les acompañe a la hora de reconciliarse con su historia y reparar parte de los daños que el maltrato o abandono vivido ya les ha dejado y los llevan consigo mismos.
- Parece una labor muy dura...
- Puede ser que algunas familias al leer esto consideren que no están preparadas. No es un mal indicador si las familias se sienten capaces de pedir y aceptar la ayuda de especialistas en adopción, asociaciones de familias, etc. y esto les ayuda a prepararse y a entender que lo más difícil es que no van a poder sentir lo mismo que sus hijos, y que la adopción no va a ser un camino de rosas. Suelen decir que las cosas más importantes en la vida suelen ser costosas. Adoptar es una de ellas.
Ane Urdangarín
DiarioVasco.com
- ¿Cuáles son las principales creencias erróneas sobre la adopción que aún siguen socialmente asumidas?
- En los últimos años, y gracias a espacios de formación para familias adoptivas organizadas por asociaciones de familias e instituciones públicas, han ido desapareciendo algunas, si bien sigue habiendo creencias erróneas que dificultan que muchas familias comprendan lo que sus hijos adoptados pueden necesitar en algunos momentos. Se sigue pensando que el amor lo puede todo, que es igual la crianza de un niño o una niña adoptada que la de un hijo biológico, que cuanto más pequeño en edad es el menor que se adopta menos dificultades va a haber en el día a día, que los menores adoptados necesitan lo mismo que el resto de los niños y niñas, cuando la realidad es que tienen necesidades específicas más costosas que cubrir, y que la adopción resuelve todos los problemas con los que muchos niños y niñas llegan a su nuevo entorno familiar. Asimismo, una gran mayoría de las familias adoptivas entiende la importancia de hablar con sus hijos sobre su historia, si bien la mayoría considera que no hay que adelantarse a las preguntas de los menores y que si no preguntan realmente es porque no les preocupa nada. Todas ellas son creencias que dificultan entender que más que amor los menores adoptados necesitan sentir la incondicionalidad de sus familias, que sienten y viven cosas diferentes a otros niños y niñas de su edad, que a menudo incluso se sienten diferentes y discriminados por ser distintos y que la adopción ayuda a resolver problemas previos pero no lo repara todo.
- La duración del proceso de adopción y las pruebas a las que son sometidos los adoptantes pueden llegar a parecer excesivas e injustas. ¿Es realmente necesaria tanta burocracia cuando hablamos de niños que necesitan unos padres y personas que están deseando hacer feliz a un niño?
- Es una pregunta muy común desde el punto de vista de las familias que esperan una adopción, pero hay que partir de la idea de que para que pueda haber una adopción primero debe suceder que en otra parte del mundo haya habido una situación familiar compleja y un menor haya vivido un abandono por parte de su familia. Sólo comprender esto genera que las familias deban entender que no hay niños y niñas para todas las personas que esperan, y que en ningún caso la adopción trata de dar un niño o niña a una familia que espera, sino una familia a un niño o niña. El punto de vista no debe ser el derecho de las familias que esperan, sino el de los menores; incluso ponerse en este punto de vista supondría que muchas familias puedan pensar que quizá no sería una mala noticia que no se produzcan adopciones internacionales. sería tanto como pensar que se han encontrado soluciones en sus respectivos países.
- Pero el proceso es muy duro...
- El proceso de valoración puede ser considerado injusto si se compara con el hecho de que a los padres y madres que tienen hijos nadie les evalúa. Pero la adopción no es lo mismo, porque ya estos menores han vivido una separación familiar dolorosa, llevan una mochila de experiencias dolorosas que no todas las familias están en condiciones de poder comprenderlas, manejarlas y ofrecer la estabilidad que los menores necesitan. En nuestro entorno cada vez se dan más situaciones en las que familias adoptivas se encuentran con dificultades graves para mantener la convivencia con sus hijos adoptados y quizá entre otros factores debiéramos pensar que las pruebas que las familias deben pasar contienen la exigencia necesaria para ofrecer una familia protectora a un niño o una niña al que un segundo abandono, por las dificultades de la familia adoptiva, generaría daños casi irreparables.
Preparación
- ¿Suelen ir los padres suficientemente preparados a la adopción?
- Cada vez hay más familias que acuden a charlas de formación, entran en foros de internet. Es decir, hay muchas familias muy bien documentadas pero poco preparadas emocionalmente. El tiempo de espera hace que las familias estén más pendientes de cuándo les van a asignar al menor que de comprender o intentar prepararse para las dificultades que puedan surgir. Los niños y niñas adoptados no llegan como un libro en blanco donde uno va a aprender sobre la marcha. requiere más preparación. Cada vez hay más recursos de asociaciones de familias: en Gipuzkoa el recurso Adobide que Ume Alaia presta para la Diputación, o la información y espacios formativos que ofrece la Asociación Anichi, donde las familias pueden encontrar posibilidades para poder empezar a ponerse en la piel de sus futuros hijos. Una clave de éxito va a ser principalmente ésta: que las familias sean capaces de meterse en los zapatos de sus hijos, lo que por otro lado es muy complicado, porque pocas personas han vivido la experiencia de ser abandonado por su familia de origen.
- ¿Cómo vive un niño la adopción?
- Para la mayor parte de las personas adoptadas, la adopción ofrece la posibilidad de tener una familia para siempre. Esto es algo tranquilizador, que les va ayudar a mejorar en todas las áreas de su vida, pero esto sólo no es suficiente. Recientemente preguntábamos a un grupo de chicos y chicas adoptados ya mayores de 14 años cuántos de ellos querrían volver a ser adoptados. Ninguno quería. Es algo chocante para muchas familias pero comprensible desde su punto de vista. Muchos de ellos necesitan comprender los motivos que generaron su adopción, se sienten a menudo extraños porque no son capaces de manejar sus emociones, especialmente su enfado. Están enfadados con su historia porque no se ha portado del todo bien con ellos y este tipo de sentimientos, preguntas y malestares les hace sentirse distintos de los demás.
- ¿A partir de qué edad es un niño adoptado consciente de su pasado?
- Teniendo en cuenta que la mayoría de las adopciones proceden de países como China, Etiopía, Colombia, Rusia y Ucrania hay que decir que todos los niños y niñas son conscientes de que son diferentes de sus padres. Conforme se van haciendo más mayores, y especialmente a partir de 7 años, tienen más capacidad para hablar y comprender lo que se les explica y no será hasta la adolescencia cuando esta capacidad para comprender se una a la capacidad para sentir con más profundidad su historia. A pesar de esto, hay que tener cuidado con no pensar que el hecho de que hasta estas edades no puedan conectar o comprender genere que las familias puedan relajarse hasta entonces. A las personas adoptadas se les puede explicar todo desde que tienen 3 años, normalmente es cuestión de creatividad de los adultos.
- Muchos de los adoptados dejan atrás historias muy duras, en las que suele haber un abandono. ¿Cómo deben abordar los padres esa 'vida pasada'?
- Es algo de lo que se debe hablar. Hablar de ello no genera más dolor, sino que ayuda a los niños y niñas adoptadas a ser entendidas por sus familias. A veces para muchos niños y niñas ser capaz de llorar en compañía es muy reparador, sobre todo cuando lo que se lloran son aspectos tan claves como la vivencia de haber vivido un abandono. Que la historia sea dura no significa que no se deba explicar o que se deba edulcorar. Debe adaptarse la explicación a la edad de los menores, pero es importante que las familias sepan que un requisito fundamental para la adopción es que sean capaces de hablar siempre de una historia de la que realmente no cuentan apenas con información. No nos debemos inventar la historia y, sin embargo, con lo que se tiene el objetivo será enganchar emocionalmente con sus hijos.
- Entonces, ¿es conveniente recabar información del pasado de ese niño?
- Sin duda, hay que intentar recoger toda la información posible del entorno donde ha nacido, y también ayudan las fotos, vídeos, etc. Por ejemplo, muchos niños después de haber sido adoptados no son capaces de recordar cómo era la vida en los orfanatos si se les pregunta así de directo. Sin embargo, ver una foto les ayuda a conectar con vivencias que han podido tener.
- ¿Qué necesitan estos niños para crecer felices?
- Necesitan no tanto para ser felices, sino para que puedan mejorar. Necesitan lo mismo que los demás niños y niñas de su edad pero además necesitarán más cosas. Necesitan que sus familias les aporten estabilidad e incondicionalidad, se porten como se porten, mejorar su autoestima y confiar en que pueden hacer las cosas; necesitan entender lo que han vivido, elaborar su historia como adoptados y disponer de una historia lo más completa posible y coherente; necesitan que se les ayude a comprender que aunque son distintos eso no les hace peores sino todo lo contrario y que se les proteja de actitudes de discriminación que viven por ser adoptados o provenir de una raza o país diferente; necesitan que en el entorno escolar sus dificultades sean comprendidas y cuenten con apoyos específicos y, sobre todo, que se les acompañe a la hora de reconciliarse con su historia y reparar parte de los daños que el maltrato o abandono vivido ya les ha dejado y los llevan consigo mismos.
- Parece una labor muy dura...
- Puede ser que algunas familias al leer esto consideren que no están preparadas. No es un mal indicador si las familias se sienten capaces de pedir y aceptar la ayuda de especialistas en adopción, asociaciones de familias, etc. y esto les ayuda a prepararse y a entender que lo más difícil es que no van a poder sentir lo mismo que sus hijos, y que la adopción no va a ser un camino de rosas. Suelen decir que las cosas más importantes en la vida suelen ser costosas. Adoptar es una de ellas.
Ane Urdangarín
DiarioVasco.com
Etiquetas: educación