martes, 4 de octubre de 2011
La Central Nuclear de Bataan



"No se ve una central nuclear todos los días. Especialmente un reactor... creo que para mucha gente será muy excitante". Dennis Gana, portavoz de la compañía estatal filipina Napocor, presentó así hace unos días la última atracción turística del país: la central de Bataan, a dos horas de Manila.

Para la presentación se celebró una barbacoa en la playa. Porque Bataan está en un lugar privilegiado: un bosque tropical de 350 hectáreas sobre una colina cavernosa que mira al mar occidental de Filipinas y tiene una playa privada.



La central ya llevaba tiempo siendo visitada por estudiantes, pero ahora ha tomado un giro más turístico. La estación de control de la playa ha sido convertida en un alojamiento para 45 huéspedes que pueden pasar la noche en uno de los sitios más raros del mundo por unos 43 euros (2,700 pesos filipinos).

Tan solo por 20 pesos (30 céntimos de euro) cualquiera puede recorrer el edificio de hormigón de la central y fotografiarse en el reactor, partes del cual aun están sin desembalar. El paseo es un viaje en el tiempo, ya que su tecnología ha quedado obseleta sin haber sido estrenada.




La central de Bataan fue construida por Ferdinand Marcos hace más de 30 años pero nunca se puso en marcha (a pesar de que costó 2.300 millones de dólares). Su inauguración, prevista para 1986, coincidió con el derrocamiento de Marcos y el accidente de Chernobyl, por lo que quedó varada en los ochentas hasta hoy. En 1997 el uranio que la iba a alimentar se retiró de las instalaciones, por lo que los organizadores del tour aseguran que los visitantes no están expuestos a radiación alguna.




La transformación de la central en atracción turística no está exenta de polémica. Algunos expertos creen que debería utilizarse para lo que fue contruida, mientras que otros la consideran peligrosa por su cercanía a una falla.

En todo caso, mantenerla cuesta a los contribuyentes casi 7.000 euros al día... Muchas entradas de 30 céntimos tendrán que vender para rentabilizarla.




El tour, que se vende bajo la etiqueta de "ecoturismo", se completa con una visita a un cercano santuario de tortugas y está amenizado con charlas sobre los pros y los contras de la energía atómica.


Patricia Gosálvez
Blogs.ElPais.com



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