jueves, 25 de octubre de 2007
Siete semanas con Dennis en casa



Ya llevamos siete semanas en casa con Dennis (agosto 2007) y no deja de sorprendernos cada día.

Es una bendición del cielo, todos los padres quisiéramos que nuestros hijos fueran perfectos pero eso no existe, no existen los niños que no tienen rabietas o los niños que no son “cabezotas” y es aquí donde está esa chispa que diferencia a unos de otros en mayor o menor medida.

Muchas veces me quedo fijamente observándolo y pienso que podía haber sido un niño poco corriente o con dificultad para dormir o menos generoso o simplemente menos mimoso, ordenado o educado pero en cambio, el Señor nos ha premiado con un pedazo de angelito muy noble pero que de vez en cuando saca sus cuernecitos.

Cada día que pasa se encuentra más relajado y centrado aunque por su carácter, sigue siendo todo un tsunami en plena efervescencia y cuando toma una rabieta mantiene su costumbre de quitarse los zapatos aunque ahora a los cinco minutos nos abraza y pide que se los volvamos a poner admitiendo que se portará mejor.

Realmente en el orfanato han realizado una labor educadora excelente, no hay más que ver su comportamiento con otros niños o sus hábitos en la mesa, teniendo en cuenta que los tres primeros años es cuando se va dando forma a la personalidad de un niño y cuando más trabajo cuesta que admita determinadas normas de conducta y valores de convivencia.

Nosotros podríamos decir que nos han dado el trabajo hecho y ahora nos toca “rematar la faena” cosa que por cierto ya no tiene fin si queremos hacer de él una personita como dios manda.

Verlo jugar a el solo es una gozada, ha estado visitando la biblioteca todos los viernes porque había sesiones de cuenta-cuentos para niños que duraban una hora y desde que observó que los personajes tenían distintas voces, ahora el hace lo mismo y le pone una voz diferente a cada muñeco cuando juega.

Otra cosa diferente son las visitas a los columpios y los jardines, tan pronto llega se pega como un imán a cualquier niño o grupo que ya esté jugando e intercambia sus juguetes como si los conociera de toda la vida, incluso protesta cuando los niños se marchan antes que él y les vocifera varios “adiós” hasta que los pierde de vista.

En definitiva, éstas pequeñas perlas filipinas nos tienen con las babas por los suelos pero no es de extrañar porque muchos de vosotros ya nos lo habíais contado antes y supongo que también los que venís detrás nos relatareis dentro de muy poco unas historias semejantes mientras igualmente se os caen las babas !!!

Mari, Jose y Dennis

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Enrique Campoamor a las 10:03 a. m. | Permalink |


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