miércoles, 9 de junio de 2010
La escritura prehispánica filipina sobrevive en los tatuajes
Los tatuajes se han convertido en el medio ideal para preservar el alfabeto original del baybayin o alibata, que se empleaba en la isla de Luzón más de 300 años antes de que ningún europeo hubiera llegado hasta el archipiélago.
Ante la desidia de académicos e instituciones oficiales, esta caligrafía prehispánica cobra vida en la Filipinas moderna a través del cincel de los maestros tatuadores, orgullosos de sentirse los "salvadores" de parte del legado cultural de sus antepasados.
"No puedo evitar sentir algo especial cuando un cliente me pide un dibujo de baybayin", indica a Efe Joe Saliendra, propietario de un salón de tatuajes en Manila especializado en diseños tribales.
Saliendra explica que esta escritura de los indígenas de Luzón se ha hecho tan popular, que muchos filipinos que se criaron en el extranjero, o expatriados que regresan a casa por vacaciones, deciden visitar su tienda y grabar su nombre o una frase en la lengua antigua para tener un recuerdo de su patria.
Uno de éstos es Eddie Alejandro, un joven músico que se expresa con dificultad en tagalo puesto que se educó en Estados Unidos, pero lleva impresa en su brazo izquierdo la palabra "familia".
"Me vine aquí para estar más cerca de mis seres queridos, y así puedo llevarles siempre conmigo en la lengua antigua de este país, que es el mío aunque apenas lo conozco", señala Alejandro mientras muestra los caracteres impresos en su tríceps.
Algunos clientes eligen diseños más artísticos que funden el alfabeto tradicional con símbolos patrióticos como el sol y las tres estrellas de la bandera nacional filipina, popularizados por el fallecido cantante de hip hop Francis Magalona.
Otros añadidos son animales, seres mitológicos e incluso héroes nacionales, como el líder independentista José Rizal y el comandante Lapu-Lapu, verdugo de Fernando de Magallanes en 1521 y habitualmente representado en los tatuajes dando el golpe de gracia con su lanza al explorador portugués.
Los primeros documentos en baybayin de Luzón que se conservan se remontan al siglo XIV, pero los grafólogos no se ponen de acuerdo sobre si la caligrafía llegó a Filipinas procedente de la isla indonesia de Célebes o la introdujeron mercaderes árabes o indios.
Aunque el nombre significa "deletrear" en tagalo y los caracteres son muy similares a los de los javaneses, "alibata" procede de las dos primeras letras del alfabeto árabe, origen del maranao, un dialecto que todavía hablan los musulmanes del sur de la isla de Mindanao.
La lengua tiene tres vocales y únicamente catorce consonantes, y se escribe en sentido vertical, con marcas de acento parecidas a las del sánscrito.
Su uso oficial fue prohibido por los españoles, que impusieron al tagalo los caracteres latinos de la lengua castellana, pero algunos frailes estudiaron en secreto la lengua y su caligrafía para acercarse a los indígenas que querían evangelizar.
No obstante, casi 400 años de presencia colonial provocaron que el alibata cayera en desuso y estuviera a punto de desaparecer por completo, junto a otras caligrafías tribales filipinas como el eskaya en la isla de Bohol, el buhid en Mindoro o el tagbanwa en Palawan.
Bajo administración estadounidense, los lingüistas Norberto Romualdez y Bayani Mendoza idearon un sistema para homogeneizar los caracteres y rescatar la escritura del olvido, pero el esfuerzo cayó en saco roto.
Saliendra admite que es muy difícil recuperar este lenguaje y el alfabeto para el día a día, pero confía en que sus tatuajes aporten su pequeño granito de arena para que los filipinos no olviden jamás sus raíces y recuerden con pasión su origen tribal.
Ante la desidia de académicos e instituciones oficiales, esta caligrafía prehispánica cobra vida en la Filipinas moderna a través del cincel de los maestros tatuadores, orgullosos de sentirse los "salvadores" de parte del legado cultural de sus antepasados.
"No puedo evitar sentir algo especial cuando un cliente me pide un dibujo de baybayin", indica a Efe Joe Saliendra, propietario de un salón de tatuajes en Manila especializado en diseños tribales.
Saliendra explica que esta escritura de los indígenas de Luzón se ha hecho tan popular, que muchos filipinos que se criaron en el extranjero, o expatriados que regresan a casa por vacaciones, deciden visitar su tienda y grabar su nombre o una frase en la lengua antigua para tener un recuerdo de su patria.
Uno de éstos es Eddie Alejandro, un joven músico que se expresa con dificultad en tagalo puesto que se educó en Estados Unidos, pero lleva impresa en su brazo izquierdo la palabra "familia".
"Me vine aquí para estar más cerca de mis seres queridos, y así puedo llevarles siempre conmigo en la lengua antigua de este país, que es el mío aunque apenas lo conozco", señala Alejandro mientras muestra los caracteres impresos en su tríceps.
Algunos clientes eligen diseños más artísticos que funden el alfabeto tradicional con símbolos patrióticos como el sol y las tres estrellas de la bandera nacional filipina, popularizados por el fallecido cantante de hip hop Francis Magalona.
Otros añadidos son animales, seres mitológicos e incluso héroes nacionales, como el líder independentista José Rizal y el comandante Lapu-Lapu, verdugo de Fernando de Magallanes en 1521 y habitualmente representado en los tatuajes dando el golpe de gracia con su lanza al explorador portugués.
Los primeros documentos en baybayin de Luzón que se conservan se remontan al siglo XIV, pero los grafólogos no se ponen de acuerdo sobre si la caligrafía llegó a Filipinas procedente de la isla indonesia de Célebes o la introdujeron mercaderes árabes o indios.
Aunque el nombre significa "deletrear" en tagalo y los caracteres son muy similares a los de los javaneses, "alibata" procede de las dos primeras letras del alfabeto árabe, origen del maranao, un dialecto que todavía hablan los musulmanes del sur de la isla de Mindanao.
La lengua tiene tres vocales y únicamente catorce consonantes, y se escribe en sentido vertical, con marcas de acento parecidas a las del sánscrito.
Su uso oficial fue prohibido por los españoles, que impusieron al tagalo los caracteres latinos de la lengua castellana, pero algunos frailes estudiaron en secreto la lengua y su caligrafía para acercarse a los indígenas que querían evangelizar.
No obstante, casi 400 años de presencia colonial provocaron que el alibata cayera en desuso y estuviera a punto de desaparecer por completo, junto a otras caligrafías tribales filipinas como el eskaya en la isla de Bohol, el buhid en Mindoro o el tagbanwa en Palawan.
Bajo administración estadounidense, los lingüistas Norberto Romualdez y Bayani Mendoza idearon un sistema para homogeneizar los caracteres y rescatar la escritura del olvido, pero el esfuerzo cayó en saco roto.
Saliendra admite que es muy difícil recuperar este lenguaje y el alfabeto para el día a día, pero confía en que sus tatuajes aporten su pequeño granito de arena para que los filipinos no olviden jamás sus raíces y recuerden con pasión su origen tribal.
Etiquetas: Historia y costumbres