martes, 8 de mayo de 2007
El nombre de la madre
A medida que los hijos van afianzándose en la adquisición del lenguaje, los padres comienzan a preocuparse por el tema de "las preguntas" que aquellos pueden comenzar a plantearles. Este es un tema que se aborda frecuentemente en los grupos de reflexión y hay un interrogante recurrente: ¿Cómo nombrar a la madre biológica?
La madre biológica que entrega uno ó más hijos en adopción, suele ser descalificada por la sociedad. Esto no ocurre con los padres adoptantes. La experiencia revela que suelen referirse a ella con reconocimiento y gratitud. Muchos comprenden la compleja realidad social en la que se hallan y tienen una mirada amplia sobre la misma.
A pesar de ello, incluir a la madre del origen en la vida del hijo, suele despertar encontrados sentimientos y produce no pocas ambivalencias para los adoptantes. Repetidamente, a la hora de denominar a la madre biológica en los grupos de padres, se produce confusión, dudas y se abren preguntas.
¿Cómo nombrarla? Las dificultades son menores cuando se refieren a ella con sus pares. Aparece un marcado consenso en llamarla madre biológica. El tema se torna conflictivo al hablar con los hijos:
-Yo no la llamo madre biológica porque sino, es como si tuviera dos madres y se puede confundir. ¡Yo soy la madre!....
-Yo le digo la señora que te tuvo en la panza.
-En realidad, sólo fue su progenitora....
-¿No sería mejor decirle la donante? Porque yo siento que me donó a su hijo.
Dudas incesantes que retornan sucesivamente en nuevas preguntas: ¿Cómo llamarla? A menudo, los padres son sorprendidos por preguntas como:
-¿Y mi mamá, cómo se llamaba?- o cuando le cuentan en el jardín a los amiguitos -"¡Yo tengo dos mamás!". La sorpresa alcanza gran magnitud porque "mamá" no es una nominación que suelen emplear los adoptantes. Sucede que "señora con panza"... "progenitora".... "donante"... son conceptualizaciones adultas, a las que no suscriben los niños. Ellos suelen denominarla naturalmente: mi mamá, o la otra mamá, o bien mi mamá de la panza... sin confundirla con la madre adoptiva.
Los niños no suelen decir madre biológica, -salvo en un esfuerzo para tranquilizar a los padres- y no se confunden, como temen los adultos. No obstante, decir "la señora que me tuvo en la panza", es un concepto intelectualizado por los adultos, lejano al mundo infantil, que reconoce en una mujer con panza a una mamá -aún cuando la maternidad biológica se haya
interrumpido y aparecieran sus padres en la escena.
Es importante que los padres no entren en pánico. Los niños reconocen en su mamá adoptante a su mamá a la que quieren, y de la que reciben cuidado y protección. Saben que de eso se trata la función materna -aún cuando desconozcan ese concepto-.
Aunque nombren mamá a su madre biológica, esto no implica un desplazamiento de lugares, ni una primacía de ésta sobre la otra. Los niños las reconocen discriminadamente y ambas tienen un espacio en su psiquismo.
-¿Pero cómo, entonces tengo que llamar a la mamá?- preguntan los padres. No necesariamente. No están obligados a ello. Los padres eligen cómo hacerlo pero es importante no corregir la forma en que se expresan los niños. Es conveniente escucharlos y tomar sus conceptos en la medida que sea posible, porque así es como ellos comprenden y le dan significado. Cuando los padres
adoptantes -particularmente las madres- sienten seguro y reconocido su lugar en la vida del niño, se alivian.
Este es un tema muy reiterado en los grupos de padres y estas preguntas retornan, porque ponen de manifiesto un deseo subyacente: "quisiéramos estar sólo nosotros", y el hijo trae con sus preguntas y su presencia física -que introduce el parecido de otras figuras diferentes a los adoptantes- la certeza de que no son los únicos protagonistas de su historia.
Hablar de la madre biológica es hacerla presente y muchas veces esto busca ser evitado. No obstante, hablada o silenciada su presencia, la madre biológica es una figura siempre vigente en la vida de adoptantes y adoptados. La modalidad de pensarla e imaginarla así como los afectos que despierta, dependen del proceso singular que desarrolla cada sujeto.
Lic. Beatriz Gelman
Directora de la Fundación Adoptare
La madre biológica que entrega uno ó más hijos en adopción, suele ser descalificada por la sociedad. Esto no ocurre con los padres adoptantes. La experiencia revela que suelen referirse a ella con reconocimiento y gratitud. Muchos comprenden la compleja realidad social en la que se hallan y tienen una mirada amplia sobre la misma.
A pesar de ello, incluir a la madre del origen en la vida del hijo, suele despertar encontrados sentimientos y produce no pocas ambivalencias para los adoptantes. Repetidamente, a la hora de denominar a la madre biológica en los grupos de padres, se produce confusión, dudas y se abren preguntas.
¿Cómo nombrarla? Las dificultades son menores cuando se refieren a ella con sus pares. Aparece un marcado consenso en llamarla madre biológica. El tema se torna conflictivo al hablar con los hijos:
-Yo no la llamo madre biológica porque sino, es como si tuviera dos madres y se puede confundir. ¡Yo soy la madre!....
-Yo le digo la señora que te tuvo en la panza.
-En realidad, sólo fue su progenitora....
-¿No sería mejor decirle la donante? Porque yo siento que me donó a su hijo.
Dudas incesantes que retornan sucesivamente en nuevas preguntas: ¿Cómo llamarla? A menudo, los padres son sorprendidos por preguntas como:
-¿Y mi mamá, cómo se llamaba?- o cuando le cuentan en el jardín a los amiguitos -"¡Yo tengo dos mamás!". La sorpresa alcanza gran magnitud porque "mamá" no es una nominación que suelen emplear los adoptantes. Sucede que "señora con panza"... "progenitora".... "donante"... son conceptualizaciones adultas, a las que no suscriben los niños. Ellos suelen denominarla naturalmente: mi mamá, o la otra mamá, o bien mi mamá de la panza... sin confundirla con la madre adoptiva.
Los niños no suelen decir madre biológica, -salvo en un esfuerzo para tranquilizar a los padres- y no se confunden, como temen los adultos. No obstante, decir "la señora que me tuvo en la panza", es un concepto intelectualizado por los adultos, lejano al mundo infantil, que reconoce en una mujer con panza a una mamá -aún cuando la maternidad biológica se haya
interrumpido y aparecieran sus padres en la escena.
Es importante que los padres no entren en pánico. Los niños reconocen en su mamá adoptante a su mamá a la que quieren, y de la que reciben cuidado y protección. Saben que de eso se trata la función materna -aún cuando desconozcan ese concepto-.
Aunque nombren mamá a su madre biológica, esto no implica un desplazamiento de lugares, ni una primacía de ésta sobre la otra. Los niños las reconocen discriminadamente y ambas tienen un espacio en su psiquismo.
-¿Pero cómo, entonces tengo que llamar a la mamá?- preguntan los padres. No necesariamente. No están obligados a ello. Los padres eligen cómo hacerlo pero es importante no corregir la forma en que se expresan los niños. Es conveniente escucharlos y tomar sus conceptos en la medida que sea posible, porque así es como ellos comprenden y le dan significado. Cuando los padres
adoptantes -particularmente las madres- sienten seguro y reconocido su lugar en la vida del niño, se alivian.
Este es un tema muy reiterado en los grupos de padres y estas preguntas retornan, porque ponen de manifiesto un deseo subyacente: "quisiéramos estar sólo nosotros", y el hijo trae con sus preguntas y su presencia física -que introduce el parecido de otras figuras diferentes a los adoptantes- la certeza de que no son los únicos protagonistas de su historia.
Hablar de la madre biológica es hacerla presente y muchas veces esto busca ser evitado. No obstante, hablada o silenciada su presencia, la madre biológica es una figura siempre vigente en la vida de adoptantes y adoptados. La modalidad de pensarla e imaginarla así como los afectos que despierta, dependen del proceso singular que desarrolla cada sujeto.
Lic. Beatriz Gelman
Directora de la Fundación Adoptare
Etiquetas: educación