martes, 22 de abril de 2008
Los filipinos surten el mercado negro internacional de riñones para trasplante



Cerca de medio millar de extranjeros se van cada año de Filipinas con renovadas esperanzas de vida después de recibir un riñón donado por algún filipino, en muchos casos a cambio de dinero.
Filipinas, un país con unos 24 millones de pobres que subsisten con menos de un dólar al día en gigantes barrios de chabolas, es un buen lugar para los desaprensivos que sacan partido de la desesperación que lleva anualmente a decenas de filipinos a vender un riñón para mejorar sus condiciones de vida.

En el mercado negro filipino, por un riñón se pagan, por lo general, de 70.000 pesos a 120.000 pesos (de 1.750 a 3.000 dólares), una cantidad respetable para un filipino con familia numerosa que, por descargar fardos en el muelle, ganará en tres años menos que eso.

A la mísera barrida de Bacora, al sur de Manila y cerca del puerto, los diarios y la gente la llaman la "isla del riñón" desde que los frailes del lugar denunciaron que al menos 300 habitantes de los cerca 16.000 que allí se apretujan vendieron alguno de sus riñones con el sueño de poder salir adelante.

"Por una causa, o para hacer frente a un gasto", precisó el senador Juan Miguel Zubiri.
El mercado negro, rebosante de intermediarios que se llevan un promedio de 20.000 pesos (750 dólares) por riñón, y un coste de las intervenciones quirúrgicas menor que los países avanzados han sido suficientes para que cientos de enfermos extranjeros hayan decidido reemplazar su órgano dañado en los hospitales de Filipinas.

Muchas de las intervenciones quirúrgicas se llevan a cabo en el Instituto Nacional de Trasplante de Riñón, un pulcro hospital del Estado que anuncia en internet ese tipo de cirugía, y otras en los hospitales de mayor renombre, que cobran al paciente una media de 50.000 dólares por sus servicios.

El director del Programa de Bioética de la Universidad de Filipinas, el doctor Leonardo de Castro, reveló al canal de televisión ABS-CBS que la inmensa mayoría de las 500 operaciones de trasplante de riñón que se realizan cada año tienen como beneficiarios a ciudadanos extranjeros que sufren graves problemas renales.

En diciembre, el influyente Consejo de Obispos de Filipinas denunció el creciente tráfico de órganos humanos, que calificó de "inmoral y explotador hasta la grosería", y pidió al Gobierno de la presidenta Gloria Macapagal Arroyo que tomara cartas en el asunto para acabar con esa práctica prohibida desde hace 17 años.

Ante las persistentes denuncias de la Iglesia y de asociaciones cívicas, el Gobierno prohibió esta semana los trasplantes de riñón a extranjeros, hasta que entre la nueva regulación que se ultima para acabar con este mercado negro.

El secretario de Sanidad, Francisco Duque, dijo que la normativa regulará el trasplante de riñones, y que contempla la creación de una comisión encargada de supervisar el proceso, desde la donación hasta la implantación del órgano en el receptor.

La normativa, que está previsto entre en vigor a mediados del próximo abril, ha sido acogida con escepticismo por expertos que critican la activa campaña de promoción que el Gobierno hace en el extranjero del llamado "turismo médico".

"Está por ver que la normativa acabe con el comercio de órganos o que vaya a sancionar a los miembros de la comunidad médica que promueven la donación comercial de órganos", apuntó la doctora Gene Nisperos, secretaria general de la Alianza para la Salud.

Según datos del departamento de Sanidad, entre 10.000 y 12.500 filipinos padecen cada año graves dolencias renales, y cerca de la mitad podrían curarse gracias a una operación de trasplante de riñón.


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Enrique Campoamor a las 9:41 a. m. | Permalink |


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