lunes, 23 de noviembre de 2009
Filipinas perseguirá a los vendedores de pastillas ilegales para abortar
La Policía de la capital filipina comenzó una renovada campaña para perseguir a los vendedores de pastillas para abortar por orden del alcalde, el conservador Alfredo Lim.
El jefe del cuerpo metropolitano, superintendente jefe Rodolfo Magtibay, indicó que tiene instrucciones para limpiar las calles de estos "traficantes" en los barrios más pobres de la ciudad.
Magtibay denunció que algunos vendedores hacen negocio frente a iglesias como la de Quiapo, la más popular de Manila y donde cada año decenas de miles de devotos asisten a la procesión del "Nazareno Negro", la principal reliquia del templo.
Tanto el populista alcalde como la presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, se oponen con fervor a la interrupción voluntaria del embarazo, postura a la que los críticos achacan la superpoblación del país, de más de 90 millones de habitantes.
Casi un tercio de los 1,4 millones de embarazos no deseados que anualmente ocurren en Filipinas terminan en un aborto clandestino, en los que pierden la vida unas 5.000 mujeres.
Además, dos de cada cinco mujeres que querrían utilizar métodos anticonceptivos no tienen acceso a ellos porque su distribución ha dejado de estar subvencionada por el Gobierno, que prefiere que los condones se vendan a precios de mercado.
De esta forma, Filipinas presenta una de tasas de natalidad de casi 3,5 niños por familia, una de las más altas de la región, y la población crece a un ritmo superior al 2 por ciento anual, crecimiento demográfico que contrasta con la precaria economía.
En el único país católico de Asia, pocos políticos se atreven a cuestionar la postura de la Iglesia Católica sobre el aborto y continúa paralizada en el Parlamento una propuesta para la primera ley sobre planificación familiar de toda la historia del país.
El jefe del cuerpo metropolitano, superintendente jefe Rodolfo Magtibay, indicó que tiene instrucciones para limpiar las calles de estos "traficantes" en los barrios más pobres de la ciudad.
Magtibay denunció que algunos vendedores hacen negocio frente a iglesias como la de Quiapo, la más popular de Manila y donde cada año decenas de miles de devotos asisten a la procesión del "Nazareno Negro", la principal reliquia del templo.
Tanto el populista alcalde como la presidenta de Filipinas, Gloria Macapagal Arroyo, se oponen con fervor a la interrupción voluntaria del embarazo, postura a la que los críticos achacan la superpoblación del país, de más de 90 millones de habitantes.
Casi un tercio de los 1,4 millones de embarazos no deseados que anualmente ocurren en Filipinas terminan en un aborto clandestino, en los que pierden la vida unas 5.000 mujeres.
Además, dos de cada cinco mujeres que querrían utilizar métodos anticonceptivos no tienen acceso a ellos porque su distribución ha dejado de estar subvencionada por el Gobierno, que prefiere que los condones se vendan a precios de mercado.
De esta forma, Filipinas presenta una de tasas de natalidad de casi 3,5 niños por familia, una de las más altas de la región, y la población crece a un ritmo superior al 2 por ciento anual, crecimiento demográfico que contrasta con la precaria economía.
En el único país católico de Asia, pocos políticos se atreven a cuestionar la postura de la Iglesia Católica sobre el aborto y continúa paralizada en el Parlamento una propuesta para la primera ley sobre planificación familiar de toda la historia del país.
Etiquetas: noticias de actualidad