martes, 16 de noviembre de 2010
De mal en peor



Con los huesos pegados a la piel, Lean Ray Francisco se ha alimentado de café hecho con agua de arroz la mayor parte de sus tres años de vida en una zona rural de Filipinas.

El pequeño quedó a cargo de su abuela cuando su madre se fue del pueblo a trabajar a un restaurante y su padre lo abandonó. Se pasa el día tirado en una manta en el piso de su deteriorada casa, cada día más débil.

No es el único caso en Pasacao, un pueblo de la provincia filipina de Camarines Sur. Ochenta por ciento de los niños y niñas de la localidad padecen desnutrición, concluyó un equipo sanitario que pesó a los menores, informó la periodista Kara David, quien relató la situación de Lean para la cadena de televisión GMA 7.

De los 27,6 millones de filipinos pobres, 47 por ciento tienen menos de 15 años.

La pobreza aumentó cuatro puntos porcentuales respecto de 2003, lo que hace que un millón más de niños y niñas estén en esa situación, según un estudio realizado por el gubernamental Instituto de Estudios de Desarrollo y Unicef (Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia).

Los resultados "muestran que queda un largo camino por recorrer" para mejorar la situación de millones de niños y niñas", señaló la representante de Unicef, Vanessa Tobin, en el lanzamiento del estudio "Estudio sobre Disparidades y Pobreza Infantil: el caso de Filipinas".

Los menores constituyen una gran proporción de los pobres de este país de 94 millones de habitantes. Su situación no mejoró en los últimos dos decenios.

Los hogares pobres aumentaron, de 24,4 por ciento, en 2003, pasaron a 26,9 en 2006, señala el estudio. Cada vez hay más menores que no tienen cubiertas necesidades básicas como educación y salud.

La desnutrición afecta a más niños y niñas que antes. La proporción de menores de cinco años con bajo peso aumentó 1,6 por ciento entre 2003 y 2006, según el estudio.

La pobreza infantil se define en función del ingreso y el consumo de la familia, pero también de las múltiples privaciones que sufren, de su exclusión de determinados procesos y de su vulnerabilidad dada la falta de respuestas sociales a ciertos riesgos que padecen ese sector de la población.

La cantidad de niños y niñas en asentamientos informales se duplicó entre 1985 y 2006, cuando se registraron 1,2 millones de personas.

Entre 2000 y 2006, los menores sin vivienda decente aumentaron de 301.000 a 307.000.

Los menores de entre seis y 16 años que no van a la escuela pasó de 1,8 millones en 2002 a 2,2 millones en 2007, según la Encuesta Anual de Pobreza.

Los niños y niñas de los hogares con menos ingresos tienen más probabilidades de sufrir múltiples privaciones, indicó Tobin.

Unos 17.000 menores carecen de alimento, educación y vivienda.

La trabajadora social Precila Parana, directora de programa de la Fundación Cristiana Alay Pag-asa (llevar esperanza), señaló que la difícil situación de los menores que atiende la institución confirma que en los últimos años la pobreza empeoró.

Muchos de los niños se vieron obligados hurgar para sobrevivir, señaló Parana. "Se los llama ‘mangangalakal’, literalmente ‘comerciante’, un eufemismo de hurgador, señaló.

La Fundación gasta más dinero que antes en alimentos y no es porque tenga más niños, sino porque los preescolares vienen cada vez más hambrientos, explicó.

El estado de las casas donde viven suele ser deplorable, sin ventanas, y viven hacinados, señaló Parana.

"En los últimos dos decenios, el bienestar de los menores de 15 años se deterioró", señala el informe del Instituto de Estudios de Desarrollo y de Unicef. "Hay más niños y niñas pobres que antes", concluye el estudio, basado en las últimas estadísticas oficiales que datan de 2006.

Las conclusiones del estudio revelan la necesidad de "programas más focalizados y con objetivos más específicos", señaló Augusto Rodríguez, especialista de Unicef.

La subdirectora del Consejo para el Bienestar de la Infancia, María Elena Caraballo, no se mostró sorprendida con los datos del informe.

El estudio muestra un panorama "muy gráfico" de la situación de la infancia en Filipinas, señaló. En ese sentido es "muy positivo", explicó Caraballo. La especialista espera que sirva para que el gobierno tome medidas más efectivas.

Hay un programa estatal que otorga un subsidio directo a unas 582.000 familias pobres a condición de que los menores vayan a la escuela y realicen consultas médicas periódicas.

Tess Bacalla
IPSNoticias.com



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