martes, 10 de julio de 2007
No hay que buscar niños para las familias, sino familias para los niños



Rosa Barrio reclama una mayor implicación de los poderes públicos en la adopción."Hay que crear servicios de apoyo para evitar los problemas de la postadopción"


¿QUÉ ES 'UME ALAIA'?

«Nacimos en 2001, como delegación de la asociación que ya existía en Vizcaya. Queríamos cubrir necesidades del colectivo de padres adoptantes. Hay carencias de información y de formación.

En estos años hemos trabajado para mejorar la calidad de nuestros servicios. Organizamos charlas formativas sobre el proceso preadoptivo y sobre la postadopción. Recurrimos a profesionales experimentados en el tema.

Desde hace tres años contamos con talleres para padres, que son grupos de autoayuda, dirigidos por un profesional especialista en intervención familiar, con experiencia en situaciones de este tipo.

Tenemos servicio de asesoramiento psicológico para cuando aparecen las dificultades. Se trata de evitar intervenciones terapéuticas futuras. También organizamos encuentros para familias y niños».

Sus amigos dicen de ella que es una madre adoptiva «militante». Se ha preocupado en formarse, dotarse de recursos y buscar ayuda para ejercer su papel de la mejor manera posible. Representante de la asociación de familias adoptivas de Gipuzkoa 'Ume Alaia', ha participado en un reciente encuentro de expertos en Menorca. «La Administración debe poner en marcha nuevos servicios de apoyo para evitar que los problemas de la postadopción crezcan», dice.



- Principales dificultades a las que se enfrentan los padres adoptivos.

- Lo fundamental es que la decisión de adoptar se tome desde la responsabilidad y el compromiso y respeto al país de origen de nuestro hijo. A veces se escuchan quejas: '¿Por qué me piden esto si a un padre biológico no se lo exigen?' En el origen de mi proceso yo también pensaba así. Pero hoy entiendo que es sumamente necesario. Se quiere medir que tienes recursos para ser buen padre, aunque no siempre sea garantía. Porque ese niño va a necesitar una comprensión diferente a la del hijo biológico. Nos va a interpelar de manera diferente.

- Los hijos adoptivos, ¿requieren mayor contención o paciencia por parte de los padres?

- Las familias necesitamos formación. Ello te permite imaginarte en situaciones no previstas y cuestionarte cosas en las que no habías pensado. Puedes dotarte así de recursos ante determinadas situaciones. Y buscar ayuda si la requieres.

- Los niños adoptados, ¿te ponen más a prueba que otros niños?

- Sí. No somos ni mejores ni peores padres. Formamos una familia diferente. Y ello implica retos y problemas distintos. Todos los hijos ponen a prueba a sus padres. Y en el caso de los nuestros lo que hay que tener en cuenta es que antes de llegar a nosotros han tenido otra experiencia de vida. Más corta o más larga. Han sido mejor o peor tratados. Pero todos ellos han sufrido un abandono que no tiene un hijo biológico. Aunque a un hijo biológico también se le puede abandonar.

- La superación de las pruebas o dificultades, ¿qué aporta a los padres adoptivos?

- Contar con un grupo de referencia que ha pasado por situaciones similares a las mías me hace sentirme comprendida. Un hijo biológico no pregunta por qué fue abandonado. Ni te dice que hubiera querido estar en tu tripa. No va a tener que elaborar un duelo por la familia perdida, el entorno, el país, sus cuidadores o sus compañeros de orfanato. Los padres a veces percibimos esto y otras, no. Si nos hemos preparado, podremos ser más sensibles a ello. Y dar una respuesta más adecuada.

- Aceptar y superar un abandono, ¿es algo que siempre se produce?

- Cada niño es distinto. Si en casa facilitamos hablar de ello con naturalidad, comprensión y serenidad, los niños lo abordarán. Si nos perciben ansiosos, temerosos e inquietos, no lo plantearán abiertamente. Tuve la oportunidad de hablar con una persona de 26 años, que había sido adoptada. Y me dijo: 'Yo ya sabía que había sido adoptada. Pero no sentía que podía hablar de ello. He crecido con el temor de volver a ser abandonada. De hacer algo que motivara que mis padres volvieran a dejarme'.

- En 'Ume Alaia' ofrecen charlas informativas, asesoría psicológica o talleres para padres. Sostienen que algunos de estos servicios corresponden a la Administración...

- Hay comunidades autónomas donde ya funcionan los servicios postadopción. El convenio de La Haya para la adopción internacional implica un compromiso en formación y seguimiento, que en nuestro entorno no se está cumpliendo. Las familias deberíamos contar con los técnicos y la Administración como acompañantes y no como enemigos o personas que nos van a juzgar. Para ello hay que andar mucho camino. España es un país con unos índices de natalidad ridículos y en adopción estamos a la cabeza mundial después de Estados Unidos. Por eso, profesionales de áreas muy diferentes necesitan formación. Uno de los retos es la escuela. Cada vez más, los profesores nos piden asesoramiento.

- En Gipuzkoa, ¿la Administración realiza su papel de garante de la postadopción?

- Yo pienso que no. Los países de origen de los niños piden hacer un seguimiento de la adopción. De ese trámite administrativo sí se ocupan. Pero hay algo más importante que eso. Los técnicos deberían servir de apoyo a las familias cuando no saben desenvolverse adecuadamente con algunas situaciones.

- ¿Cuál debería ser la tarea de una asociación como 'Ume Alaia'?

- Debería ser un lugar de reunión de las familias, de encuentro de los niños, de intercambio de información y experiencias. Pero no tendríamos que hacer el papel de formadores. Ni buscar a profesionales que respondan a nuestras necesidades. Una tarea difícil, por cierto. No nos basta con alguien que ha hecho un curso porque la adopción esté de moda y es un filón que hay que explotar. Hay profesionales que, con buena voluntad, están haciendo daño a los padres y a los niños. La adopción es una medida de protección de menores. No podemos crear nuevos conflictos.

- ¿A qué estadio de la Administración vasca le corresponden estas competencias?

- Existe un borrador de decreto para regular la adopción internacional en la Comunidad Autónoma Vasca. La Administración debe velar para que las familias respondamos adecuadamente a las necesidades que se nos plantean. Porque si nosotros fracasamos como padres, será la Administración quien deba hacerse cargo de esos menores. Y empieza a haber casos de ello en nuestra Comunidad, aunque en otras hay más. Son menores que por segunda o tercera vez pasan al sistema de protección. Prevenir esto es lo más importante.

- ¿Hay colaboración entre las asociaciones dedicadas a la adopción?

- Los planteamientos no son siempre coincidentes. Que seamos una asociación de familias adoptantes no quiere decir que promovamos la adopción. Porque la adopción no hay que promoverla. No hay que buscar de dónde traer a los niños. No se trata de buscar niños para las familias adoptantes sino familias para los niños que necesitan una familia. Hay países donde se comprende esto, pero no aquí.

- ¿Y cómo hay que plantear la adopción?

- Países con más trayectoria que nosotros han elaborado convenios bilaterales para que les lleguen las solicitudes de los niños que necesitan ser adoptados. Aquí las familias pensamos que hay muchos niños desprotegidos y desemparados por el mundo. Pero que vivan en esas condiciones no quiere decir que reúnan las condiciones de ser adoptables. Y en los medios de comunicación aparecen 'padres adoptantes' cuyo proceso dicta mucho de cumplir las garantías que exige la ley internacional.

- ¿Se refiere a los casos de personas famosas?

- No solamente a ellos. Con las adopciones del Congo en Cataluña está habiendo un problema. Las familias están trayendo a los menores por su cuenta. Si aparece un padre biológico reclamando a su hijo es porque no le han pedido opinión para dar a su hijo en adopción. Y cometer irregularidades y atropellos en esos países es muy sencillo. Hay familias que cierran los ojos al saber que faltan garantías. Hoy hay tres solicitudes de adopción por cada niño adoptable. Hay más demanda que oferta. Eso quiere decir que hay solicitantes que tendrán que renunciar a ser padres.


- ¿Le parece bien que un país como China endurezca sus requisitos para la adopción internacional?

- Para que un país marque unos requisitos como los actuales es que ha atendido demandas en las que cualquier situación valía. No puede ser que cuando un país favorece nuestros intereses, funcione maravillosamente. Y cuando nos pone en la disyuntiva de renunciar, entonces deba modificar sus planteamientos. Los países son soberanos y es legítimo que establezcan sus condiciones para que podamos adoptar a menores.

- Ahora hay problemas con las adopciones en Bolivia.

- En su día fueron tres familias vascas las que realizaron adopciones ilegales. De ahí vino un nuevo convenio entre el Gobierno Vasco y el país, se extremaron las precauciones y se reanudó la relación. Hubo un tiempo en que, como la demanda era muy reducida, los procesos se realizaban en unos tiempos aceptables y en unas condiciones que la gente valoraba adecuadamente. Cuando empieza a aumentar el número de solicitudes o en el país mejoran las condiciones y disminuye el número de niños para adoptar, se crea un embudo. Y comienzan las críticas.

- En los medios de comunicación se recoge el sufrimiento de la espera de los padres adoptivos.

- No todos los padres son conscientes de que las cosas se hacen mal. Pero llega un momento en que se sabe. Cuando una ecai -agencia para la adopción- ha sido desacreditada o cuando a esos niños les faltan documentos importantes, como un auto de abandono o una partida de nacimiento. No se puede cerrar los ojos e ignorar el problema. Hay veces que los padres, la Administración, los técnicos y la diplomacia tienen que poner un límite.

- Hay quien se queja de las enormes dificultades de la tramitación de una adopción.

- Suele pasar mientras estás en el proceso. Es cierto que hay experiencias muy distintas. Pero también hay embarazos que son fantásticos y otros que resultan casi traumáticos. Y lo mismo ocurre con los partos. La experiencia de la adopción también es así. Quemas etapas y si tu proceso ha sido duro y difícil, al final lo puedes ver como algo que te ha ayudado a crecer y a madurar. O no. Depende de cada punto de vista.

- El error es pensar que sólo los países que ofrecen niños en adopción hacen las cosas mal.

- Creo que nosotros no podemos cerrar los ojos y que tenemos que ser responsables de lo que estamos haciendo. Va a hacer falta mucha formación de profesionales. Y con el volumen de niños que hay en este momento, se tienen que crear nuevos servicios. Se trata de evitar que dentro de unos años, cuando estos niños sean adolescentes, la situación sea una bomba de relojería que nos estalle a todos.

Cristina Turrau
DiarioVasco.com
20/05/2007

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