miércoles, 30 de julio de 2008
Millones de filipinos pobres vuelcan sus esperanzas en los juegos de azar


Uno de los Casinos de Manila


Los filipinos con menos recursos buscan alivio en los juegos de azar y las apuestas legales o ilegales, en un país donde uno de cada tres de los casi noventa millones de habitantes subsiste con menos de un dólar diario.

A pesar de la oposición de la Iglesia Católica en este país de mayoría cristiana, el juego es una afición que comparten las altas clases de la sociedad y las más empobrecidas, lo que se aprecia en la gran afluencia a los casinos y locales de apuestas, abiertos las 24 horas del día.

El Estado tiene el monopolio de los trece casinos que operan en el archipiélago, por los que ingresó el año pasado más de 600 millones de dólares (387 millones de euros), y de la lotería, que le genera otros cientos de millones.

A los casinos acude una minoría de filipinos adinerados, mientras que la mayor parte de los clientes son coreanos, seguidos de estadounidenses y europeos.

Los filipinos más pobres se contentan con apostar en la lotería, las peleas de gallos y, sobre todo, el 'jueteng', un juego ilegal introducido hace un siglo en el archipiélago por comerciantes chinos.

El 'jueteng', que significa 'juego de la flor', genera anualmente entre 500 y 800 millones de dólares (322 y 516 de euros), más de lo que ingresan la empresa estatal de telecomunicaciones o la de tabaco de Filipinas.

A principios del pasado siglo se dieron los primeros casos de financiación ilegal de partidos políticos con el dinero de este negocio y fueron condenados empresarios por organizar las redes de apuestas.

'En el casino, casi todos los clientes son coreanos y europeos, la mayoría de los filipinos prefieren apostar pequeñas cantidades en el 'jueteng'', explicó a Efe Bryan Tan, empleado del Casino de Malate, uno de los tres abiertos en la capital.

Tan afirmó que las apuestas de este juego ilegal no tienen límite y los premios son exorbitantes. Las reglas son sencillas: se eligen dos números entre el 1 y el 37; en el sorteo se extraen las 37 bolas una a una y ganará quien acierte la primera y la última bolas extraídas.

'Si apuestas un peso (poco más de un céntimo de euro), puedes ganar 900 (13 euros), imagina el dinero que mueve este juego si se permiten dar el 900 por ciento de beneficio al ganador', apuntó Tan.

Aunque no hay cifras oficiales, se estima que entre un 20 y un 30 por ciento de las apuestas de 'jueteng' se destinan a sobornos a políticos, policías y periodistas.

El ex presidente filipino Joseph Estrada, que gobernó entre 1998 y 2001, fue condenado a cadena perpetua en 2007 por, entre otros delitos, aceptar sobornos de los operadores del 'jueteng'.

Estrada, arrestado en abril de 2001, salió libre a fines de 2007 al recibir un indulto de la actual jefa del Estado, Gloria Mapacagal Arroyo.

La isla de Luzón, en el norte de Filipinas, es donde este juego ilegal está más extendido, tanto que, antes de cada campaña electoral, los recolectores de apuestas trabajan el doble.

Parte del dinero sirve para crear una red de clientelismo que permite a algunos alcaldes y gobernadores pagar las facturas del médico y los gastos escolares, de bautizos o bodas, de numerosos votantes con la intención de que tanta generosidad se recuerde en el día de las elecciones.

Aunque en ocasiones succione el poco dinero de los más pobres y les entrampa con los operadores, el 'jueteng' ofrece una ligera esperanza de escapar de la miseria, da trabajo a miles de recolectores de apuestas y mejora el escaso sueldo de muchos agentes de policía.

Su gran popularidad ha llevado a algunos analistas a pensar que los filipinos padecen una tendencia natural a apostar.

Así, los profesores Marvin Castell y Joel Tanchuco, de la Universidad de La Salle de Filipinas, publicaron el artículo '¿Son los filipinos jugadores innatos?'.

Para Tanchuco, doctor en Económicas, la respuesta es no y, en su opinión, esta gran afición de los más pobres se explicaría por una falta de motivación en las capas más bajas de la sociedad.

'En realidad, las apuestas de uno, cinco o veinte pesos representan un coste muy bajo con el que los más pobres obtienen una gran satisfacción', señaló Tanchuco.



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Enrique Campoamor a las 9:56 a. m. | Permalink |


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