martes, 28 de julio de 2009
¿Puedo devolver a mi hijo?
Un total de diecisiete adopciones fracasaron en Galicia en los últimos cuatro años, de las cuales trece eran nacionales y cuatro internacionales
Un niño busca amor y unos padres, un hijo al que poder ofrecerle el suyo. En principio, la unión debería ser perfecta. Pero no siempre es así. Aproximadamente un 2% de las adopciones fracasan, un porcentaje no muy elevado pero que acarrea unas heridas difíciles de cicatrizar tanto en los padres como, sobre todo, en los hijos, que se enfrentan así al segundo abandono de sus cortas vidas. En los últimos cinco años, se han producido en Galicia diecisiete integraciones familiares fallidas (diez en la provincia de A Coruña y otras siete en Pontevedra), la mayoría de ellas nacionales y de niños mayores de seis años o de grupos de hermanos
¿Se puede devolver a un hijo adoptado? ¿Qué ocurre cuando la convivencia es insostenible, cuando el amor no puede con todo, cuando el choque de las expectativas es insuperable? Los casos son pocos, aproximadamente el 2% del total (aunque algunos estudios lo elevan hasta el 15) pero los niños y adolescentes que tienen la desgracia de vivir este drama suman un segundo abandono a la tragedia de un primero. Son las adopciones fallidas, la historia de un fracaso. Y Galicia no es ajena a esta dura realidad.
En los últimos cuatro años se produjeron en esta Comunidad 1091 adopciones; 244 nacionales frente a 847 internacionales, la mayoría de Etiopía y China. Un total de 17 niños -10 en A Coruña y 7 en Pontevedra- sufrieron una adopción fallida, lo que representa un 1,5% del total. Los siete fracasos que se produjeron en la provincia de Pontevedra eran adopciones nacionales y, entre ellas, había dos parejas de hermanos. Los diez fracasos de A Coruña, por su parte, eran seis de adopción nacional y cuatro de internacional. Nacidos todos ellos entre 1990 y 2001.
La ley española es clara: "La adopción es irrevocable". Esto significa que, una vez formalizada, no se puede devolver a un hijo, igual que no se puede devolver a un hijo biológico. Los vínculos legales son los mismos. Sin embargo, en la adopción nacional existe una fase de acogimiento preadoptivo en la cual la decisión es reversible pues existe la posibilidad de renunciar al proceso abierto. Una vez superada esa fase -cuya duración máxima es de un año- el menor queda oficialmente adoptado y si es en este punto cuando la familia decide revocar su decisión hay que renunciar formalmente al menor. Entonces se abre un proceso judicial para que el menor vuelva a ser adoptable y se retira la patria potestad a los padres.
En el caso de las adopciones internacionales, el proceso de renuncia sería el mismo, pero bajo ningún concepto el niño o niña regresa a su país de origen, ya que cuando vienen lo hacen con pasaporte español.
La segunda adopción es muy difícil para estos pequeños porque, en la mayoría de los casos, ya son muy mayores y, además, se sienten rechazados.
España es el segundo país en adopciones del mundo, después de Estados Unidos. Hoy no es llamativo ver a una pareja blanca paseando por el parque con un niño negro o una niña china. Se habla con más naturalidad de los problemas de fertilidad y, en los colegios, se plantea abiertamente la diversidad de familias.
De las adopciones fallidas, en cambio, apenas se habla. David Planell reflejó recientemente en su película "La vergüenza" esta realidad, en la que sufren las dos partes. En la película, Pepe y Lucía no pueden con Manu. Lo han intentado todo pero es inútil: el niño que adoptaron hace menos de un año les viene grande, no se hacen con él, y han decidido devolverlo. Sin embargo, pronto se dan cuenta del precio que deberán pagar si quieren seguir adelante con el plan. Los padres sienten vergüenza, ante los demás y ante ellos mismos, de no ser capaces de llevar a cabo su tarea.
Formación e información
Por eso suelen silenciarse los problemas. Por otra parte, como explica Alberto Pereira, coordinador del Servicio de Menores de la Xunta en la provincia de Pontevedra, "los casos de fracaso son difíciles de cuantificar porque primero hay que definir qué es fracaso". Pone un ejemplo muy ilustrativo que es real. Una pareja adopta a su hijo desde que es un bebé. El niño crece sin problemas y la convivencia familiar es totalmente normal. Cuando el chico llega a la adolescencia comienza a coquetear con las drogas. El problema crece y se vuelve violento. Un día golpea a su padre y éste le denuncia. ¿Ha fallado la adopción?
La formación y la información en el periodo anterior a la adopción; los estudios muy cuidadosos para determinar la idoneidad de unos padres para convertirse en adoptivos y el seguimiento y apoyo posterior al proceso de adopción son las claves para conseguir que ese pequeño porcentaje de fracasos cada vez sea menor.
Amaia Mauleón
LaOpiniondeCoruña.es
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