miércoles, 4 de abril de 2007
Semana Santa en Filipinas





Cada año por Semana Santa las cámaras de todo el mundo miran durante unos minutos a Filipinas.En la pequeña localidad de San Pedro de Cutud, a 75 kilómetros al norte de Manila, desde hace medio siglo, cada Viernes Santo se crucifica a 10 hombres y se flagelan un centenar de penitentes que acompañan a los crucificados. Todo es real, no hay trampa ni cartón (las crucifixiones reales se practican desde 1992). Las motivaciones de estos voluntarios son diversas, pero muchos lo hacen para cumplir una promesa o dar gracias por una sanación.

Esta forma de celebrar la Pascua no es aprobada por la Iglesia, pero su espectacularidad y crudeza consiguen cada año llamar la atención de más turistas.





La figura principal de las crucifixiones es Ruben Enaje, un humilde pintor de 45 años que fue clavado al mástil por vigésima vez en cumplimiento de una promesa o "panata":

- "Está debería ser la última vez que me crucifico porque hice voto de sacrificarme 20 años", dice en su humilde casa repleta de imágenes religiosas y vírgenes, antes de comenzar los ritos.

- "Pero voy a seguir haciéndolo hasta que el cuerpo aguante", añade, y asegura que "las autoridades locales ya me han informado de que no encuentran a nadie para sustituirme".

Enaje, que hace el papel de Jesucristo, se viste con una túnica blanca y espera en su casa a que lleguen los centuriones que le conducen a la casa de Poncio Pilatos y después, cargando una pesada cruz y con una corona de espinas, se dirige a lo largo de un Vía Crucis de 2 kilómetros hasta el lugar del martirio.




El pintor admite que, a pesar de llevar 20 años clavándose en la cruz, todavía se pone nervioso cuando se acerca el momento.Los demás, son despojados de la túnica y dejados en taparrabos antes de ser clavados.




El polvoriento camino que lleva hasta el "Gólgota" es un martirio para los visitantes que siguen a duras penas a Rubén, cargado con la cruz en medio del agobiante calor, la aglomeración de gente y las decenas de flagelantes que, con sus látigos, van salpicando sangre a diestro y siniestro.




Encapuchados y con sus desnudas espaldas totalmente empapadas en sangre, los flagelantes se golpean rítmicamente, marchan en todas direcciones y surgen de cada callejuela.




Multitud de tenderetes y puestos con bebidas, comida o abanicos acompañan el recorrido y alivian a los visitantes en la enorme explanada donde tiene lugar el final de la obra, cuando los voluntarios son clavados a las cruces por turnos de tres en tres y éstas levantadas durante unos cinco minutos.




El en siguiente vídeo podéis ver un resumen de lo que acabo de narrar. Advierto de que las imágenes pueden herir algunas sensibilidades, pero es la realidad del país de nuestros hijos.



Evidentemente esta Semana Santa tan particular sólo tiene lugar en esta localidad. En el resto de Filipinas los ritos son similares a los que tienen lugar en España. En todo Asia es un acontecimiento, ya que como sabréis Filipinas es el único país de mayoría católica de toda la zona.


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Enrique Campoamor a las 11:50 a. m. | Permalink |


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