jueves, 12 de junio de 2008
Enviar mensajes con el móvil es una obsesión en Filipinas
El teléfono móvil es una auténtica obsesión en Filipinas, un país con una red de telecomunicaciones deficiente pero cuyos cerca de noventa millones de habitantes envían cada día una media de 1.000 millones de mensajes cortos de texto (SMS)
La cifra, superior a la de toda Europa Occidental, convierte a la nación asiática en la capital mundial de los SMS y a la actual en la llamada 'Generación TXT'.
Desde felicitar la Navidad o San Valentín, las dos fiestas más populares en la ex colonia española, hasta recibir un diagnóstico médico o ligar con desconocidos, los filipinos emplean su móvil para comunicar casi cualquier noticia y viven pegados a sus terminales.
En muchas carreteras del país grandes señales advierten del peligro de mandar SMS mientras se conduce ya que esta actividad causa cada vez más accidentes de tráfico, según el Departamento de Transportes.
Recibir el SMS 'Hola, ¿quieres ser mi text-buddy (amigo SMS)?' de un perfecto desconocido podría ser considerado una invasión de la privacidad en Europa o Estados Unidos pero no en Filipinas, donde algunos turistas se asombran de la capacidad de los locales para enviar mensajes con un móvil en cada mano, a velocidad de vértigo y sin mirar a la pantalla.
Hasta la presidenta, Gloria Macapagal Arroyo, no se despega de su aparato y se comunica por texto con colaboradores y periodistas, y los SMS son fuente habitual de muchas informaciones en los medios y elemento de prueba válido ante cualquier juicio.
La pasión por los mensajes llega al punto de que niños que acaban de aprender a leer ya piden a sus padres que les compren un terminal y avisar así a sus 'lolas' (abuelas) de que vayan a recogerles al colegio, pues la tercera edad también se ha apuntado a la moda.
Incluso en las provincias más remotas y en zonas aisladas del archipiélago que no disponen de electricidad las 24 horas, rudimentarios generadores alimentan a las antenas de recepción para que ningún mensaje se quede sin llegar a su destinatario.
'Les encanta, no pueden estar sin sus teléfonos. Gracias a los mensajes, pueden dar rienda suelta a sus ansias de cotilleo y de saludar cada día a todos sus amigos', explicó a Efe Sylvie Garcia, del departamento técnico de ZED, una empresa proveedora de servicios para móviles.
Filipinas, con 42 millones de teléfonos móviles por sólo 3,5 millones de fijos, presume, con diferencia, de la mayor tasa de envío de SMS per cápita de todo el mundo.
A ese índice también contribuyen los casi diez millones de trabajadores emigrantes, para los que los mensajes son la forma más cómoda y económica de mantener el contacto con sus familias, a las que ahora pueden ordenar el envío de sus remesas de dinero, por supuesto, a través de un SMS.
'Es barato, sencillo y se adapta a nuestra personalidad de cultivar las relaciones personales', según Maybelle Santos, portavoz de Smart, una de las principales operadoras de telefonía móvil junto a Globe y PLDT.
Mandar un mensaje cuesta únicamente un peso (apenas 0,01 euros), mientras las llamadas no bajan de diez (0,15) y una tarjeta SIM vale 50 pesos (0,7) en un país donde el sueldo medio no supera los 176 euros mensuales y un tercio de la población vive por debajo del umbral de la pobreza.
A los filipinos les gusta tanto enviar SMS que recientemente el Gobierno se vio obligado a anular una ley que iba a gravar con un pequeño impuesto los mensajes por temor a una revuelta popular, como la que en 2001 depuso al entonces presidente Joseph Estrada.
En aquella ocasión y de forma similar a como luego ha ocurrido en otras partes del mundo, Filipinas fue pionera en el uso del móvil para desencadenar una movilización popular masiva, como la que llenó las calles de Manila y precipitó la caída de Estrada, acusado de corrupción.
Etiquetas: Historia y costumbres