miércoles, 12 de noviembre de 2008
Los centros comerciales son el pasatiempo nacional de Filipinas


Mall of Asia

Los centros comerciales son el pasatiempo nacional en Filipinas, país que posee tres de las diez superficies más grandes del mundo y donde el 19 por ciento de la población trabaja en al sector minorista, mientras el 40 por ciento malvive con menos de dos dólares al día.

Sin embargo, con una inflación que el pasado mes de julio (año 2008) alcanzó el 12,2 anual, comprar es sólo una opción más para la población, que acude a estos locales en masa para pasear, comer, cantar en los karaokes, disfrutar del aire acondicionado e incluso ir a misa.

Dos de esas tres catedrales del consumo se encuentran en Manila, una metrópolis de 11 millones de habitantes, donde la escasez de zonas verdes y aceras hace prácticamente imposible encontrar un lugar por el que dar un paseo.

Mall of Asia es el tercer centro comercial más grande del mundo con 407.000 metros cuadrados, una superficie similar a la de toda la Ciudad del Vaticano, según datos de la Universidad estatal de Connecticut del Este.

Cerca de un millón de personas pasan cada fin de semana por sus controles de seguridad buscando consuelo frente al calor de Manila, a pesar de que los centros comerciales han sido objeto de atentados terroristas en el pasado.

Gidgeth Tolentino es una funcionaria de 30 años, embarazada de su quinto hijo, que pasea con su prole y su marido por entre las ostentosas arcadas del edificio: "Vengo al menos una vez a la semana. El ambiente es relajante y los niños se divierten. Hay muchas cosas y mucha gente. En el parque sólo hay árboles", cuenta.

El taxista Iluminado Mannungal opta por el más modesto centro comercial de su barangay (barrio, en tagalo), en Bangkal.

Allí pasa una media de cinco horas cada viernes y sábado, junto a su familia: "Llegamos después de comer y nos volvemos a casa para cenar. No podemos permitirnos gastar dinero. Pero me gusta estar allí porque es tiempo de calidad con mis niños", argumenta, antes de añadir: "Los domingos no vamos porque toca ir a misa".

"Los centros comerciales son lo más parecido a una sociedad civilizada que tienen los filipinos, obligados a enfrentarse cada día a la masificación, la polución, los atascos, los apagones, las inundaciones, las olas de calor y la notable inseguridad ciudadana.

Dentro, todo está limpio, suave, brillante y fresco", explican los profesores británicos Eva-Lotta Hedman y John Sidel, en su libro 'Política y Sociedad Filipinas en el Siglo XXI'.

"El espectacular despliegue de abundancia simboliza una especie de afinidad entre el consumo de masas y la democracia. Desde la caída de la dictadura de Marcos, la identidad filipina se ha construido en torno a las fuerzas de mercado", añaden en un capítulo titulado 'Malling Manila'.

El verbo de nuevo cuño 'malling', que viene a significar algo así como pasar tiempo de ocio en un centro comercial, atestigua la afición de los filipinos por este entretenimiento, que practican 36 millones de personas al menos una o dos veces al mes, según un estudio de la consultora Nielsen.

Así, no es de extrañar que el consumo privado, azuzado por las remesas de dinero de los inmigrantes, que aumentaron hasta los 14.500 millones de dólares (10.400 millones de euros) en 2007, sea la sangre que riega la maltrecha economía filipina.

El sector minorista representa el 15 por ciento del Producto Nacional Bruto y el 33 por ciento de la parte atribuida al sector servicios.

Sin embargo, la subida de los precios y la caída del crecimiento económico hasta el 4,6 por ciento en el segundo trimestre del año, podrían poner en peligro esta edad dorada del consumo, pese a que la compañía propietaria de los 4 centros comerciales más grandes de Filipinas, SM, sólo hable de expansión del negocio.

Fundada hace medio siglo por la familia de inmigrantes chinos Sy, actualmente la segunda más adinerada del país según la revista Forbes, SM posee 30 superficies en Filipinas y otras tres en China, compradas este mismo año.

"Aunque no tengamos mucho poder adquisitivo, a los filipinos nos encanta comprar. Además, el precio de abrir una gran superficie en Filipinas es barato. Yo sólo tengo una máxima: cuanto más grande, mejor", ha dicho Teresita Sy, vicepresidenta del imperio familiar, cuyo beneficio neto creció el año pasado un 10% hasta los 6.000 millones de pesos (128 millones de dólares, 92 millones de euros).

LaOpinion.es



Etiquetas:

 

Enrique Campoamor a las 10:04 a. m. | Permalink |


0 Comments: